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Figura 1: Absceso renal
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Figura
2: Hidropionefrosis
con colección perinefrítica
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Figura
3: Litiasis
como causa inicial
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Figura
4: Destrucción renal. Se observa
zona de la colección perinefrítica
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Figura
5: Causas
de obstrucción de la vía urinaria. Deben buscarse en aquellos casos en que
la infección no responde o se repite.
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Introducción
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La
infección urinaria en el adulto es extremadamente frecuente. Se estima que
en el curso de la vida la mayoría de las mujeres tendrán al menos una
infección urinaria.
A pesar de la alta frecuencia, la mayoría de
las infecciones urinarias no traen consecuencias graves para el paciente y
no acarrean el riesgo de producir un daño renal definitivo. A diferencia de
lo que ocurre en los niños, sólo en grupos bien definidos de pacientes la
infección urinaria tiene la potencialidad de producir un daño renal definitivo.
En general, esto ocurre cuando junto a la infección urinaria hay
alteraciones anatómicas (malformaciones congénitas), funcionales (vejiga
neurogénica), cuerpos extraños (sondas, litiasis, catéteres, etc.) o hay
condiciones del huésped que favorecen la infección (inmuno comprometidos,
diabéticos).
La
prevalencia de la ITU en las distintas edades se aprecia en la tabla
siguiente:
Edad
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Prevalencia
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Neonatos
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1
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1,5/1
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Preescolares
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2-3
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1/10
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Escolares
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1-2
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1/30
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Edad
reproductiva
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2,5
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1/50
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654
a 70 a;os
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20
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1/10
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Más
de 80 años
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30
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1/2
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Institucionalizados
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30
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1/1
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Etiopatogenia
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Las ITU se producen en casi el 99% de los casos
por vía ascendente; es decir, por la migración de enterobacterias que
habitualmente habitan el intestino grueso al tracto urinario, por la
uretra. Es así como se ha establecido que la colonización de la mucosa
vaginal en la mujer y probablemente del prepucio en el hombre precede a las
infecciones urinarias. Por razones que revisaremos a continuación estas
bacterias ascienden a la próstata, vejiga o vía urinaria superior,
desarrollándose ahí y produciendo la infección.
Otras vías de acceso de los gérmenes al tracto
urinario son la hematógena (tuberculosis, abscesos renales y perirrenales)
y por extensión directa de procesos inflamatorios abdominales o pelvianos.
Gérmenes
más frecuentes de observar en las ITU son:
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-Gramnegativos
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Escherichia coli (>90%)
• Enterobacter sp
• Klebsiella sp
• Proteus mirabilis (cálculos coraliformes)
• Pseudomona sp, citrobacter sp, acinetobacter sp (intrahospitalarios)
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-Grampositivos
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•
Streptococcus fecalis (enterococo)
• Staphylococcus aureus y epidermidis.
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Factores Predisponentes
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Generales
Una micción eficiente y frecuente es
determinante en prevenir la proliferación de gérmenes en el tracto
urinario. En la mujer se ha determinado que el ascenso de gérmenes desde el
vestíbulo vaginal a la vejiga se favorece por la actividad sexual, las manipulaciones
uretrales y el embarazo.
Bacterianos
Las bacterias capaces de producir ITU, a
diferencia de en la flora rectal habitual, presentan habitualmente pili o
fimbrias. Estas tienen una especial afinidad por receptores celulares
(glicoesfingolípidos de membrana). Más aun, la presencia del pili P es
mucho más frecuente en bacterias causantes de pielonefritis aguda que
cistitis aguda.
Factores extrínsecos
Las mujeres con ITU recurrente tienen una mayor
capacidad de adherencia bacteriana a las células vaginales, especialmente a
bacterias portadoras del pili P. A su vez, en el prepucio de neonatos se ha
determinado una mayor adherencia a bacterias portadoras de pili P (esto se
ha usado como argumento a favor de la circuncisión neonatal, de hecho en
los bebés circuncidados la incidencia de ITU es menor).
Factores intrínsecos
Además de los factores generales del huésped en
cuanto a su susceptibilidad a infecciones, factores locales uretrales
(divertículos), vesicales (residuo elevado, uropatía obstructiva, vejiga
neurogénica, litiasis, catéteres y cuerpos extraños), ureterales (litiasis,
reflujo, megauréter, alteraciones de la motilidad ureteral) o renales
(litiasis, cuerpos extraños, hidronefrosis) son claramente importantes en
favorecer la proliferación bacteriana.
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Diagnóstico
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Los
exámenes claves para el diagnóstico de la infección urinaria son el
sedimento urinario y el urocultivo.
La presencia de piuria con bacterias abundantes
en el sedimento es altamente sugerente de ITU y un urocultivo en el cual
aparecen más de 105 col./ml de bacterias confirma el diagnóstico. Sin
embargo, hay varias consideraciones que deben tomarse:
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- Alrededor del 20% de las mujeres con orina estéril (objetivada por
punción suprapúbica) pueden tener recuentos de bacterias de hasta 104
col./ml.
- Sólo el 50% de las mujeres con ITU
sintomática tiene desarrollo de más de 105 col./ml.
- La presencia de piuria se correlaciona mal
con la ITU. En efecto, la lista de patologías que pueden producir piuria
aséptica es amplia (TBC, litiasis, uretritis, prostatitis,
glomerulopatías, etc.).
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Localización
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La historia y el examen físico no son capaces
de discriminar en el 100% de los casos si estamos en presencia de una
infección alta (ej. pielonefritis aguda) o baja (ej. cistitis aguda). La
ubicación de la infección tiene importancia básicamente relacionada al
pronóstico, la gravedad del cuadro y el tiempo de tratamiento.
Se han desarrollado una serie de métodos
diagnósticos para intentar establecer la ubicación de la infección urinaria
(alta o baja); sin embargo, aquellos más precisos son invasivos (punciones
renales o suprapúbicas, cateterismos) y los no invasivos (proteína C
reactiva, anticuerpos séricos o urinarios, etc.) son poco confiables.
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Clasificación
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Primera
infección: Probabilidad
de reinfección de 25% en los próximos años.
Bacteriuria
no resuelta: La
orina no se logra esterilizar durante el tratamiento.
Causas
(en orden de frecuencia)
-
Resistencia bacteriana al antibiótico
- Falta de adherencia al tratamiento
- Rápido desarrollo de resistencia al antibiótico
- Reinfección rápida por una nueva bacteria
- Insuficiencia renal
- Necrosis papilar asociada a abuso de analgésicos
- Cálculos coraliformes
- Infección autoinferida.
Persistencia
bacteriana: La
orina se esteriliza durante el tratamiento pero rápidamente reaparece un
cultivo positivo.Causas (habitualmente corregibles quirúrgicamente):
-
Cálculos infectados
- Prostatitis crónica bacteriana
- Riñón atrófico infectado
- Fístulas vesicovaginales o vesicoenterales
- Uropatía obstructiva alta o baja
- Cuerpos extraños
- Divertículos uretrales. Riñón en esponja medular
- Muñón uretral postnefrectomía infectado
- Necrosis papilar
- Quiste del uraco infectado
- Divertículos calificares.
Reinfección
Aparición de un cultivo positivo luego de un tiempo de curada la infección.
Sobre el 95% de las ITU recurrentes en mujeres son reinfecciones.
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Cuadros Clínicos
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Bacteriuria Asintomática (BA)
Presencia de bacteriuria en un paciente sin
síntomas de infección, asociada o no a piuria. En un tercio de estos
pacientes la bacteriuria desaparece, en otro persiste asintomática y sólo
en un tercio aparece una infección sintomática al cabo de un año.
Tratamiento. Se justifica por lo tanto el
tratamiento de esta condición en un subgrupo de pacientes con factores de
riesgo asociado, en los cuales las consecuencias de una infección pudieran
ser graves (diabéticos, monorrenos, pacientes con malformaciones, valvulopatías,
etc.). En el resto, el seguimiento criterioso o el tratamiento son
conductas aceptables.
Mención aparte son las mujeres embarazadas, en
las cuales se ha demostrado que la BA lleva en un porcentaje alto de las
pacientes a una pielonefritis aguda y se asocia a prematuridad y mortalidad
perinatal, por lo que no sólo deben ser tratadas sino que también recibir
profilaxis durante el embarazo.
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Cistitis Aguda (CA)
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Infección localizada en la vejiga caracterizada
por síntomas irritativos vesicales; disuria dolorosa, poliaquiuria, pujo y
tenesmo vesical asociado a malestar pelviano vago con orinas habitualmente
de mal olor y turbias. Con cierta frecuencia también aparece hematuria
macroscópica. Al examen físico la paciente está afebril (la presencia de
fiebre debe hacer sospechar una infección alta) y puede o no tener
sensibilidad hipogástrica.
El diagnóstico es clínico y debe confirmarse
con un sedimento urinario y cultivo. Sin embargo, dado que la gran mayoría
de las CA son por enterobacterias sensibles a varios antibióticos, el
tratamiento puede iniciarse empíricamente con antibióticos habituales y
luego ajustarse según el antibiograma. Como ya mencionamos, un urocultivo
con menos de 100.000 col./ml no descarta una ITU, por lo que en una
paciente sintomática debe ser tratada.
Está
establecido que para estas infecciones no complicadas un curso de
antibióticos de 3 días es tan efectivo como 10-14 días (>95% de
curación).
Alternativas de tratamiento:
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-
Cotrimoxazol Forte (Sulfametoxazol / Trimetoprim) c/12 hrs.
- Nitrofurantoína (idealmente micronizada) 50-100 mg c/8-12 hrs.
- Cefalosporina 1 generación Cefradina 500 mg c/6-8 hrs.
- Cefadroxilo 1 gr día.
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El uso de anticolinérgicos o analgésicos urinarios (fenazopiridina)
habitualmente no es necesario.
Al
cabo de 10 días de terminado el tratamiento debe confirmarse la curación de
la ITU con sedimento y urocultivo.
Las
CA no dejan secuelas y no se asocian a aparición de daño renal crónico.
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Prostatitis
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Esta
entidad está tratada con detalle en otro capítulo.
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Pielonefritis Aguda (PA)
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Infección principalmente localizada en el
tracto urinario superior (pelvis y riñón). El origen al igual que la
mayoría de las ITU es por vía ascendente, por lo tanto debe existir la
presencia de bacterias en la vejiga.
Clínicamente se caracteriza por la aparición
brusca de fiebre y calofríos (calofrío solemne), dolor lumbar habitualmente
unilateral con o sin síntomas de cistitis aguda. Pueden existir síntomas
gastrointestinales asociados (náuseas, vómitos e incluso diarrea). Al
examen físico se observa un paciente febril, intoxicado, taquicárdico. En
el examen abdominal existe sensibilidad en el flanco con dificultad para
examinar la fosa renal y característicamente la presencia de puño percusión
positiva en la fosa lumbar.
Los exámenes de laboratorio son compatibles con
una infección sistémica.
El diagnóstico diferencial debe hacerse con
neumopatías, infecciones intraabdominales, pancreatitis aguda, y sobre todo
con abscesos renales o perirrenales, etc.
El diagnóstico es clínico y, dependiendo de la
edad y factores mórbidos asociados, requerirá de hospitalización, ya que en
enfermos jóvenes sin evidencias de bacteremia significativa y sin factores
predisponentes o comorbilidad el tratamiento puede ser ambulatorio.
Ante la sospecha se debe tomar el sedimento y
urocultivo e iniciar tratamiento empírico para gérmenes gramnegativos de
inmediato (aminoglucósidos, cefalosporinas de 1- 3 generación o quinolonas,
asociadas o no a ampicilina, para cubrir el enterococo). El paciente debe
permanecer en reposo, con hidratación abundante.
Con
un tratamiento adecuado la fiebre usualmente cede a las 48-72 horas, si
esto no ocurre o si el paciente se agrava se debe estudiar al paciente con
ecografía renal o tomografía axial computada de abdomen según la gravedad,
en búsqueda de factores de persistencia o de bacteriuria no resuelta según
sea el caso.
Complicaciones.
El shock séptico secundario a la PA puede ser mortal, incluso en pacientes
sin patología subyacente; sin embargo, la mayoría de los enfermos no
complicados responden al tratamiento y no quedan con secuelas permanentes.
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Pielonefritis Crónica
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Esta
entidad no representa a una infección urinaria propiamente tal, sino a las
secuelas renales de ITU que han ocurrido en la infancia antes de los 4
años, dada la especial susceptibilidad de estos riñones en desarrollo. En
estos pacientes se observa que los riñones tienen grados variables de
atrofia, adelgazamiento cortical, aplanamiento de los cálices y fibrosis.
Tienen
mayor predisposición a nuevas ITU y dependiendo de la magnitud pueden
llevar a una IRC.
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Absceso Renal
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Según su etiopatogenia, se
pueden distinguir dos tipos de abscesos renales:
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-
Absceso cortical por diseminación hematógena de una infección
habitualmente cutánea y por lo tanto con gérmenes grampositivos como
causantes.
-
Absceso corticomedular causado por un proceso infeccioso primariamente
urinario alto habitualmente asociado a patología obstructiva urinaria
(litiasis, malformaciones congénitas, reflujo, vejiga neurogénica).
Habitualmente son causados por gérmenes gramnegativos.
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Estas entidades pueden eventualmente romper la cápsula renal y
transformarse en absceso perinefrítico.
El
cuadro clínico es inespecífico y simula una pielonefritis aguda, por lo que
debe existir un alto índice de sospecha para lograr el diagnóstico.
Habitualmente
se presenta en pacientes inmunocomprometidos (diabéticos), hay fiebre alta,
calofríos, dolor lumbar muchas veces sin evidencias de síntomas urinarios.
El paciente se ve intoxicado o incluso presentarse con un shock séptico.
Los exámenes de laboratorio apuntan a un cuadro séptico, e incluso los
exámenes de orina pueden ser normales si no hay comunicación del absceso
con la vía urinaria (especialmente en los corticales). Ante un enfermo de
estas características o en aquel en que se sospeche una pielonefritis aguda
y su evolución ha sido tórpida debe descartarse la presencia de un absceso.
El examen de elección en este caso es la TAC abdominal que además del
diagnóstico da una clara idea de la viabilidad, funcionamiento y presencia
de patología renal concomitante. El ultrasonido, si bien puede orientar al
diagnóstico, puede incluso ser absolutamente normal al comienzo del cuadro.
El
tratamiento se basa en el uso de antibióticos de amplio espectro, con
cobertura para Gram(+) y Gram(-), cloxacilina + aminoglucósidos;
cefalosporinas de 2-3 generación y el drenaje. En casos en los cuales el
absceso es pequeño, el paciente está estable y no tiene patología renal
asociada, el tratamiento antibiótico prolongado por 4-6 semanas puede ser
suficiente. Ultimamente se ha obtenido éxito utilizando técnicas de
radiología intervencional para el drenaje percutáneo del absceso, aunque la
cirugía (drenaje o eventual nefrectomía) no debe postergarse en caso de
mala respuesta o cuando exista patología renal concomitante que perpetúe el
cuadro.
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Absceso Perinefrítico
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Absceso
localizado en el tejido graso perirrenal por dentro de la fascia de Gerota,
secundario en la mayoría de los casos a la ruptura de un absceso renal.
Desde la celda renal el absceso puede extenderse por el retroperitoneo
comprometiendo el músculo psoas o incluso drenando a través del escroto. La
mala irrigación del tejido graso perirrenal impide lograr una adecuada
respuesta del organismo y dificulta lograr concentraciones antibióticas
óptimas.
La
etiología del absceso perinefrítico ha cambiado con el tiempo. Hace más de
30 años sobre el 70% eran por gérmenes Gram(+) de origen en un foco
cutáneo; sin embargo, en la actualidad la mayoría son por Gram(-) en
pacientes con alteraciones urológicas concomitantes. En alrededor del 30%
de los casos se cultiva más de un germen y no es infrecuente la presencia
de anaerobios.
El
cuadro clínico puede ser abigarrado e inespecífico, por lo que se debe
sospechar su presencia en síndromes febriles prolongados, PA de evolución
tórpida, pacientes inmunocomprometidos, etc. La mayoría de los pacientes
ingresa con un diagnóstico distinto al hospital después de algunos días de
síntomas inespecíficos. La fiebre es la regla; habitualmente hay dolor en
la fosa lumbar con la presencia de una masa palpable. El abombamiento y edema
de la fosa renal son altamente sugerentes del absceso. Si hay compromiso de
psoas puede haber dolor y dificultad para movilizar la cadera.
Dado
lo difícil del diagnóstico clínico muchas veces los pacientes llevan días o
semanas sintomáticos y presentan en los exámenes anemias y grados variables
de desnutrición proteica, además de los hallazgos típicos de un cuadro
infeccioso. El examen de orina es normal en el 30% de los casos y el
urocultivo negativo en el 40%.
Una
vez sospechado el diagnóstico el examen de elección es el TAC que da
información sobre la extensión de este y sobre el compromiso del riñón.
Ante
la sospecha debe iniciarse tratamiento con antibióticos de efectividad
conocida para Gram(-) y anaerobios como cefalosporinas de tercera
generación y metronidazol.
El
tratamiento es esencialmente quirúrgico. Si bien se ha descrito con éxito
el drenaje percutáneo de colecciones perirrenales, el gran tamaño de estos
abscesos y el hecho de ser multiloculados y anfractuosos lo hacen en
general poco recomendable, salvo en situaciones extremas, en que la
gravedad del enfermo impida una cirugía o en lesiones pequeñas y
localizadas. Por otro lado, debe plantearse la necesidad de nefrectomía
cuando la destrucción renal es importante o la patología asociada la hace
recomendable.
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ITU Recurrente
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Se
define como la presencia de más de 3-6 ITU/año. En más del 95% de los casos
son reinfecciones y sin compromiso del tracto urinario superior.
En
las mujeres esta es una situación relativamente frecuente, que causa gran
angustia por temor al daño renal definitivo. Está demostrado que las ITU en
el adulto y en ausencia de patologia renal asociada no dejan como secuelas
daño renal, por lo que estos temores son infundados. Una vez establecido
que se trata de reinfecciones se debe tranquilizar a la paciente, explicar
la etiopatogenia de la enfermedad y enseñar medidas básicas de prevención,
como asegurar una adecuada frecuencia miccional, desincentivar los aseos
genitales profusos y repetidos.
La
mayoría de estas pacientes no requieren mayor estudio, pero como una forma
de reasegurarlas una ecografía renal que descarte una eventual patología
concomitante puede ser útil.
El
tratamiento se basa en la administración de antibióticos profilácticos en
dosis única diaria que impida la proliferación bacteriana en el tracto
urinario. Dado que hay una clara asociación entre la actividad sexual y la
aparición de ITU en algunas mujeres los antibióticos pueden indicarse como
profilaxis postcoital.
Los
antibióticos más usados son:
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Cotrimoxazol (Sulfametoxazol/Trimetoprim)
- Nitrofurantoína (idealmente micronizada) 50-100 mg
- Cefalosporina 1 generación
- Cefradina 250-500 mg
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Con estos tratamientos se logra bajar la frecuencia de ITU a menos de 1
año.En pacientes muy motivadas y educadas es posible indicar
autotratamiento en caso de aparición de síntomas, con la salvedad de que
deben consultar en caso de mala respuesta e idealmente comprobar con
urocultivo la curación de la infección.
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Indicaciones para Estudiar una ITU
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Hombres (dada la baja frecuencia de ITU en el hombre estas siempre deben
estudiarse)
- Sospecha de persistencia bacteriana
- Sepsis grave
- Mala respuesta a tratamiento
- Diabéticos
- Antecedentes de litiasis, malformaciones, vejiga neurogénica
- Aparición de gérmenes atípicos (Pseudomona, Proteus)El estudio debe
enfocarse a buscar factores predisponentes. Idealmente debieran incluir
estudios por imágenes como ecografía y/o pielografía y eventualmente una
cistoscopia.
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Tuberculosis Genitourinaria
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El
bacilo de Koch llega al tracto urinario por vía hematógena. Los sitios
primarios de llegada son el riñón, la próstata y el epidídimo. El
compromiso ureteral y vesical es descendente, al igual que el del conducto
deferente. El testículo se envuelve por vecindad desde el epidídimo.
En el
riñón la lesión primaria es glomerular y si progresa compromete un cáliz
con ulceración y destrucción (apolillamiento de los cálices) de este y del
infundíbulo, llevando a fibrosis y dilatación secundaria de este. El
compromiso de la pelvis produce fibrosis y retracción de esta (riñón en
margarita). Finalmente el riñón se transforma en una masa abscedada de
material caseoso (riñón mastik). Al avanzar la enfermedad hay compromiso
del uréter con fibrosis, engrosamiento y estenosis, lo que produce hidronefrosis
y finalmente compromiso vesical por fibrosis y retracción.
La
enfermedad puede ser asintomática por largos períodos. Muchas veces la
consulta ocurre cuando ya hay secuelas importantes y los síntomas son
derivados de ellas. La mayoría de los enfermos tienen molestias vesicales,
compromiso del estado general y fiebre baja.
Dadas
las múltiples alteraciones, los síntomas y signos pueden ser múltiples.
Debe sospecharse la TBC en las siguientes situaciones:
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-
Cistitis repetidas que no responden a terapias adecuadas.
- Piuria aséptica.
- Hematuria macro o microscópica.
- Epidídimo engrosado indoloro con un "deferente arrosariado".
- Fístula escrotal crónica.
- Induración y nodulación de la próstata con vesículas engrosadas.
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Los
exámenes de laboratorio muestran las alteraciones propias de una enfermedad
crónica. El diagnóstico se basa en la identificación del bacilo de Koch en
la orina. Las baciloscopias urinarias no son 100% confiables por la
presencia de bacilos ácido alcohol resistentes en el prepucio y los
genitales femeninos (solo un 30% de las baciloscopias son positivas), por
lo que el cultivo es fundamental a pesar del largo tiempo necesario para
obtener resultados.
El
diagnóstico por imágenes implica la identificación de las lesiones clásicas
de la pielografía (cáliz apolillado, ausencia de cálices, dilatación de
cálices, riñón en margarita, estenosis ureterales).
Los
esquemas de tratamiento antibiótico y quimioterápico son similares a los de
otras localizaciones de la tuberculosis. Se realizan en las centrales de
tratamiento y generalmente son gratuitos.
Los
tratamientos acortados asociados son efectivos en la eliminación del
bacilo. Sin embargo, el mayor desafío es el manejo de las secuelas
(estenosis ureterales, hidronefrosis, retracción vesical etc.) que pueden
requerir de múltiples tratamientos. Lamentablemente muchos pacientes
terminan con destrucción significativa e irreversible del tracto urinario y
caen en insuficiencia renal, representando un problema de difícil solución
si son candidatos a trasplante renal.
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